miércoles, 17 de agosto de 2011

Diálogo entre una morena y un ochentero bar.

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La semántica hacia burbujas sobre el incógnito cemento, mientras un ilógico jarrón artificial se desvanecía ausente entre parafinas y tres desdichas, opuestas como también semejantes, propias de una naturaleza alejada de la realidad.

El aroma neoclásico perfilaba del común denominador, desfibrando comentarios entre nieblas y robles por suplir. Ya lejos quedo el solsticio que los instruyó y cerca de tantos febreros que los acercó. Uno más para olvidar y uno menos para recordar.

Y fue así, sin vista ni oídos que criticasen al buen catador del Madrid, una señorita rusa entretejida asentó tan sublime composición, como si la vida escribiese partituras y el hombre que la observaba detenidamente a su derecha lo interpretara.

Su eco translúcido, envuelto en comarca, arrasó los meollos inhóspitos y saboreó, por enfrente de los demás lugareños, el insípido sabor a vanidad.

-La inspiración puede ser la causa, aunque yo me atine entre consecuencias- respondió al único joven que se acercó a saludarla. –No cambiaré mi opinión al respecto, unos minutos aquí y ya puedo definir a este pueblo.-

-El día es corto, la noche también; vivimos entre supuestos y ansiamos conocer. No debería de opinar señorita. Soñar es para muchos, aunque el sueño pertenezca a pocos.-

Atónita, como brújula carente de referencias, balbuceó su desagrado. –Yo he soñado, tanto que su existencia parecería un insignificante grano de arena; soy el desierto que muchos intentan cruzar y aspiran conquistar, he corregido decadencia y formado el progreso…-

-Uno puede ser un gran inventor, lucir capacidades técnicas, filosóficas y hasta liberales; pero inventar no es progresar.- sonríe jovial, en la plenitud de la razón y con total seguridad de sus sentidos reanuda el debate -El progreso, se sucede en trascendencia, igualdad, fraternidad y justicia. Si algún punto no lo comprende, siéntase en confianza de preguntar.-

Ella no se daría por vencida ante un desconocido, e interfiriendo entre sus pensamientos lo doblegó. –Muchos quisieron evitar el avance, se refugiaron entre paredes y creencias vacías; ¿Sabe cuál es la principal diferencia entre usted y yo? Usted deja libre a la polilla que hacía estragos sobre su vestimenta, causando que se reproduzca sin sentido en un mundo que no le pertenece ni le pertenecerá; en cambio, yo las ubico y extermino.-

Miró al cantinero, el cual prefirió no comentar sobre lo sucedido esa noche. Sin perder tiempo amarró los brazos desvanecido contendiente en el suelo, le dijo unas palabras al odio que apenas se lograron descifrar y salió por la gran puerta de madera, para nunca más aparecer.

Pasaron demasiados años desde aquel incidente y pese a que tuvieron oportunidad de volver a debatir, jamás lo hicieron. El Sentido Común quedo atado, por siempre y para siempre, a la Evolución.

-Fin-

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