Aquel brusco cierre de transmisión, la inoperancia del
capitán L5 Smith y la tardía llegada de las tropas de apoyo a la zona del
incidente, marcaron un quiebre en la organización general de Aunaris. Eran de
esperarse medidas drásticas, entre ellas la pronta destitución de Ivniatov y el
personal jerárquico de la BTI.
En una reunión de emergencia, no informada a la población,
se decidió que el Opex pasaría a la modalidad Valquirias. Esto significaba, además
de la designación inmediata de un sucesor, la autorización para ejercer
aquellas contramedidas que se considerasen pertinentes. Autorizando, mientras
esta medida tuviera rigor, el uso de armamento militar en Z-A.
Pasadas las 18y30 de la tarde, tan solo media hora después
de lo ocurrido con el G7, el ahora MP Urdías Salmarás movilizó tres frentes de
ataque. El primero (BA01), conformado por un batallón de 150 soldados,
realizaría un barrido de la zona y luego se posicionarían lo más cerca posible
al portal, al que denominaron Bifrost. El segundo (BA02), de 150 personas
equipadas con armas de alto alcance, rodearían el terreno periférico a una
distancia no mayor a 1km. y realizarían apoyo táctico contra los objetivos
aéreos.
El tercero, en cambio, haría la labor de invasión y trataría
de llegar hasta el ingreso de la cueva. Para ello, se eligieron aquellos
nacidos en zonas inhóspitas del mundo, que tuvieran experiencia real en
batallas y una familia que esperase su retorno. Bajo esa premisa, los
resultantes 18 hombres, fueron equipados con trajes B.I.P.A.S (Trajes bilógicos
de pturonita áureo integral) de última generación, nano bombas de antimateria y
guantes de expulsión radial.
Una vez finalizados los preparativos, BA01 inició un rápido
desplazamiento hacia el área y en cuestión de minutos, ocuparon sus respectivas
posiciones. Lo mismo sucedió con el segundo batallón, que sin esperar
confirmación, desplegó toda su artillería. Ahora solo restaba adentrarse dentro
del territorio enemigo. Para este fin se habían dispuesto 36 unidades de
infantería móvil, de las cuales, la mitad funcionarían a modo de cebo y la otra
buscaría ingresar a como diera lugar.
El plan consistía en llegar de manera individual a un punto
definido, luego eyectarse (quedando la unidad en piloto automático) y de ahí
dirigirse a la cueva, siendo este lugar el área de encuentro. Allí, deberían
dividirse en 3 grupos, ubicar los posibles otros puntos de acceso y entrar, al
mismo tiempo, por ellos. El objetivo era recuperar los soldados extraviados y
volver a la base inmediatamente. En el caso de toparse con algún tipo de
hostilidad, y esta significase un obstáculo no evitable bajo medios pacíficos,
tenían la total libertad de abrir fuego.
Acto seguido, con todo el personal ya dispuesto y a la
espera, una luz verde en la plataforma de despegue dio comienzo a la acción. El
ruido metálico friccionando los flejes, la descomposición del aire hacia los
costados y sin dar respiro, un movimiento que significaba abandonar cualquier
idea de calma. Aquellos motores, incluso el engranaje que representaban sus pilotos,
todos ellos marchando a lo desconocido; con la incógnita en la piel y esperanza
de volver.
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