jueves, 7 de agosto de 2014

La mágica sinfonía del caballero etérico (I)

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Preludio de lo aparente (Parte 1)




Ella dejó de ser mujer hace tiempo, no porque quisiera olvidar su feminidad ni tuviera alguna obligación moral, tan solo deseaba cumplir su sueño. El instinto de heroína, el alma justiciera, la divina existencia, corrían como sangre por sus venas y provocaban felicidad como consecuencia.

Ella era ella y ante todo el poder de la sociedad en una misma persona, era la gloria y el triunfo de los caídos, la tentación y la riqueza de los desposeídos, el sol y la luna de los desprotegidos, y aun así, nadie la ayudó cuando lo necesitó. Una mano hubiera bastado, una sonrisa que enderezara su camino, un silencio que la hiciera dudar, algo y todo eso junto.

Miró al chico, sintió su dolor y hasta quiso llorar por él. Pidió que le fueran intercambiados los papeles, que lo perdonaran de ese destino injusto, pero la justicia nunca es bonita ni muestra su mejor cara. Tan solo es justicia porque debe de morir alguien para poder salvar a otro. Ella era una superviviente, no por méritos propios, sino porque cambió su vida por la muerte de alguien más.

-Las lágrimas solo sirven si hay alguien por quien llorar, esa persona que falleció no volverá con el agua de tus ojos.- supo decir una vez su maestro, lo ignoró aquella vez y ahora lo recuerda como disculpándose por su infantil ignorancia.

-Puede que ahora no lo entiendas, eres joven, pero la perdida y el sacrificio son partes de la grandeza. El diamante se volverá diamante cuando el carbón acepte la presión y canalice su energía en un mismo punto, pero para ello debe primero aceptarse como tal. No hay destino sin una causa, como tampoco hay pared sin ladrillos apilados, deja que lo malo ocurra y aprenderás de ello una gran lección.-

Aquel sabio, tutor legal cuando sus padres dejaron este mundo, trato de enseñarle el valor de la vida y el sentido experiencia como arma, no para que luchase por lo malo, más bien para que actuase como una bala de causalidad premeditada.

Elevó sus manos, dibujó un símbolo en el aire y luego clavó ambos puñales en su cuello. Extendió las heridas hundiendo el metal y luego dejó que la sangre liberara su presión en el impropio objeto. Este se tiño de rojo y los símbolos en el mango se llenaron de aquel pesado líquido, formando una imagen circular y a la vez tenebrosa.

Cuando retiró aquellas dagas, brotó una luz y sus heridas sanaron al instante. El maná fluía hacia dentro y estas comprimían el espacio a su alrededor, como diciendo que sería el final para quien se le enfrentase.

La salida se hallaba a unos 50 metros desde su posición, la tierra desprendida a sus pies emitía el lamento de una pronta tempestad y con ello el inminente colapso del terreno. Debía apurarse si quería ver otro amanecer, pero su mente le imploraba paciencia.

-Las salidas fáciles no existen, aquel que crea que encontró una abertura limpia y se aventura a ella sin pensar, solo le esperará la tragedia-

Una vez más las palabras del viejo hechicero sonaron en su mente, sabía que eran verdad, necesitaba creer en ellas, aunque también entendía que no era más que un perro acorralado dentro de una jaula, a la cual le abrieron la puerta a propósito, con el único sentido de arrebatar su vida en el momento que pusiese un pie fuera.

No debería de importarle, ‘’una salida es una salida, pero también es una entrada al inevitable destino’’ se dijo, necesitaba ahogar el miedo y seguir adelante, ‘’si miro hacia atrás nunca entenderé el presente y el futuro seguirá siempre igual’’.

Esas palabras habrían de convencerla, cerró sus ojos por última vez y se aventuró al lugar de donde provenía la luz. Corrió como nunca lo había hecho, si ella era rápida ahora era un cohete y la salida era el punto de despegue.

Abrió sus brazos, empuñó sus armas para atacar y se abalanzó al exterior. Sin tiempo a frenarse, apuñaló el vacío hacia sus lados, rodó en el suelo y volvió a emitir un golpe a la nada. Esas incoherencias salvaron su vida de momento, pero la batalla comenzaría cuando mirase la cara del oponente.

Se dio la vuelta y….


Continuará…

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