Los instantes se van, como si fuera otro viajero,
Que olvida subir, al tren que ya no trae recuerdos.
Inquieto esperó, un andén donde no había nadie,
Que sintiera su fin o aunque sea lo acompañara.
Porque la vida es de a dos, uno es igual que nada,
Si somos una sociedad, igual no moriremos juntos.
Porque nunca habrá, una sola huella en la arena,
Si caminamos a la par, jamás será un único zapato.
No hay cielo donde subir, ni amor al bajar aquí,
No hay mar en el aire, ni estrellas en la tierra,
No hay colibrís que salten, ni dodos en presente,
Juzga nuestro ahora, como si existiera mañana.
Y aquel hombre de hablar, no sabe quién era,
Anunció sin decir, pero hizo doler la historia.
Su pensamiento irá, aunque ya nadie escuche,
Lo bueno se fugó y lo malo plantó semillas.
Porque la vida es de a dos, uno es igual que nada,
Si somos una sociedad, igual no moriremos juntos.
Porque nunca habrá, una sola huella en la arena,
Si caminamos a la par, jamás será un único zapato.
Cuando la mafia subió, le buscaron un pasaje,
Que pronto encontró a manos de un fiel amigo.
Lo llevó hasta el tren, ese que viajaban muertos,
Aunque él no subió, le brindó unas monedas.
Así de listo afianzó y exhumó hasta sus sueños,
Pero debe seguir o ya no habrá más maravillas.
Porque la vida es de a dos, uno es igual que nada,
Si somos una sociedad, igual no moriremos juntos.
Porque nunca habrá, una sola huella en la arena,
Si caminamos a la par, jamás será un único zapato.
Lejos de la piel o en un cuenco de nubes,
Los días cambiarán y volverán las noches.
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