lunes, 2 de febrero de 2015

Reflexión VIII: La pluma de las sin ideas

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Saco la pluma y la observo con detenimiento, aún no sé sobre lo que escribiré pero tampoco puedo dejar que las ideas se fuguen. Pienso, dibujo en mi mente grandes historias, hazañas memorables de un héroe y un dragón, de una princesa escondida en el interior de una torre encantada, de un viejo sabio que olvido sus fórmulas mágicas e igual entrenó a su aprendiz. Mi mente se pone en blanco, más que la hoja impávida que tengo al frente. Frunzo el ceño ante la imposibilidad de hacerlo; aquel simple acto de imprimir garabatos, de tatuar las emociones dentro de algunos renglones, de concebir los sueños como si fueran reales, quedaron desechos en el instante que decidí acercar mi mano.

Soy un escritor que no puede escribir. Una triste realidad que acarrea mi ser, una maldición que me deja imaginar y a la vez no puedo compartirla con el mundo. ¡Qué ironía! Buscar algo con anhelo, para luego darte cuenta que todo es como un tesoro escondido, con grandes cantidades de joyas y diamantes, pero sin un mapa que diera su ubicación o al menos una llave.

Muchas veces quisiera existir sin pensar, vivir el momento y dar gracias a las situaciones que tuve, tapizar de cuento mi memoria y con fábulas el camino, pero los milagros no nacen de la magia. Mi propia imagen es la de un creador sin elementos, de un herrero que vendía flores en la plaza, de un payaso que terminó de político o de un cantante que se dedicó a abogado.

Quizás solo sea un bloqueo temporal, una falsa primavera bajo la sombra que evadió sus impuestos o un chiste fruto de la ironía al recibir un mal vuelto. Puede que esté loco, que mis dados tengan siete números en vez de seis, que mi mayor vicio sea el hobbie y también aquello que deseo. Aunque incluso podría estar demasiado cuerdo como para darme cuenta, bastante social como para volverme hipócrita, o ninguna de todas.

¿Quién no quisiera ser remunerado por hacer aquello que desea? ¿Cuántos tienen la posibilidad de lograrlo? ¿Por qué estoy escribiendo esto, e inclusive alguien se tomaría el trabajo de leerlo? No lo sé, veo al libro e igual no encuentro su portada, me quedan nueve cigarrillos y mañana no tendré dinero para comprar otra etiqueta, quisiera un café y estoy tomando un triste te. Pero, pese a todo pronóstico sigo aquí, anhelando el ego que dejé por algún rincón de las nubes o la humildad guardada en aquella caja de zapatos, que no pienso usar.

Y la rueda, esa que marca lo que fuimos, somos y seremos, esa que soportó dos revoluciones industriales y una huelga salarial, aprendió a volar. La tecnología avanza, nuestro ser evoluciona, la nieve sigue cayendo en invierno, la piel se vuelve cuero y alguien más toma el lugar que dejamos vacío. He llegado al punto de metaforizar la metáfora, de recordar la imagen que olvidé ayer en el espejo, de volverme ajeno al reloj y aun así mirar la hora.


Hoy escribí sin haber escrito lo que deseaba escribir, allá donde quedó la pluma y aquí quien parece escritor.

Salud, amén y buenas noches :)


PD: Espero entiendan la ironía en mis devaluados sueños o al menos me regalen acciones de realidad, sea cual sea el caso no creo que cambie algo.

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