Efectivamente él había soñado despierto, o eso creía. Sus ojos, ávidos en melancolías pasajeras, se relamían descaradamente mientras el aire le impactaba en la frente.
-¿Quién eres?- Dijo el inmaculado, haciéndose presente ante una sombra desdibujada y somnolienta.
-Nadie quien tu conozcas- le respondió al instante, parándose frente al gran espejo de la pared.
-Si no lo sabes ¿Para qué estás aquí?- Se atrevió a decir el inocente niño tratando de analizar al desconocido.
-Para asegurarme que estás en tu habitación.- Aplacó con tonalidad de mando y sin quitarle la mirada de encima le ordenó –Vete a dormir, no es hora de despertar.-
La figura se desvaneció sin más, dejando a su paso una incógnita sin solución y sin abrazos.
0 comentarios:
Publicar un comentario