¿Que paso? No lo sé.
Otro día frívolo, en la inmensidad del turbio viento citadino. Lugar donde tendría una cita con la melancolía, aquella libertina que se apoderaba poco a poco de mi cuerpo.
¿Que puedo decir? Ella tenía su encanto.
Era la seductora brisa vespertina, que viaja entre los corazones fugaces y conjura el amor.
¿Eres un sueño? Le pregunte de espaldas.
Esperaba su respuesta, aun sabiendo que la misma sería retorica. Pero no me importaba, porque ella tenía sus delicias y encantos grabados en mi memoria.
¿Me esperarás? Le recite en suplicio.
Recuerda que olvidar es una manera de recordar, dijo mientras sus caricias atravesaban el amanecer y se perdían en el rocío.
¿Que puedo decir? No lo sé.
Estar a favor o en contra de la melancolía no es mi fuerte. Pero puedo sentirla como es, otro agradable aroma en la belleza de la vida...
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